Por Montserrat Villar (CSIC)*
La creencia en la astrología prosigue muy arraigada en la sociedad. Aún el día de hoy ocasionalmente brincan a sus sucesos instituciones educativas de prestigio que deciden acoger u ordenar tutoriales y congresos aplicados a la astrología, no desde un criterio histórico y crítico, sino más bien para la promoción de las prácticas en teoría adivinatorias. Quizás el misterio de su popularidad está en esa ingrediente sicológica que apela a las conmuevas de la multitud y su necesidad de aferrarse a algo tangible que dé respuestas y dé luz sobre un destino dudoso. En verdad, es destacable la reacción que lúcida entre sus varios seguidores cualquier razonamiento que se presente en oposición a la astrología. Esto de manera frecuente va seguido de virulentas acusaciones de dogmatismo infundado, inquisición al amparo de la ciencia, censura intelectual, etcétera.
Mesopotamia y los babilonios
Una rueda zodiacal en un mosaico del siglo VI de una sinagoga en Beit Alpha Israel, que tiene dentro elementos greco-bizantinos. (Fotografía: Wikimedia Commons, Dominio público)
Los sumerios en Mesopotamia, una zona histórica de Asia occidental, fueron los primeros en ver los movimientos de los planetas y las estrellas. Cerca del 3000 a. C., registraron y también identificaron las constelaciones y patrones sobresalientes.
En Mesopotamia, los babilonios se transformaron en los primeros enormes astrónomos. Continuando con la investigación de los sumerios, los babilonios hicieron la primera rueda zodiacal.
¿Exactamente en qué radica la Carrera de Astronomía?
2 caras de un mismo emprendimiento
Para comenzar este histórico paseo, primero debemos ubicarnos popular y culturalmente. Hasta el siglo XVII, tanto la astronomía como la astrología eran 2 facetas de un mismo complejo sistema de conocimiento “técnico” o “profesional” del cielo, que dominaban y desarrollaban ciertos especialistas –los astrónomos/astrólogos–, que solo circulaba entre «matemáticos», «pensadores» o académicos relacionado a elites de la Europa occidental. Este conocimiento formaba una parte de las currículas de enseñanza en marcos de estudios académicos, y la mayor parte de sus expertos como Johannes Kepler, Tycho Brahe y Galileo Galilei desarrollaban la astrología/astronomía como una parte de sus deberes al servicio de cortes imperiales y mecenas.
Ciertas páginas de las Tablas Alfonsías (1483). Como reflejo del conocimiento celeste de la temporada, estas tablas se generaron en España entre 1263 y 1272, bajo la dirección de expertos por encargo del rey Alfonso X de Castilla. Las tablas son una recopilación de datos sobre las situaciones y movimientos de los planetas, en los que asimismo se tienen dentro puntos astrológicos. Alfonso X empleó eruditos cristianos, judíos y musulmanes para traducir proyectos de astronomía árabe al latín y al español, y compilar las tablas basándose en los cálculos del astrónomo al-Zarqali (1029-1087), siguiendo el modelo cosmológico de Ptolomeo. El manuscrito forma parte a la Catedral de Toledo y está en la Biblioteca Nacional de España.