1. Comentario previo: Buenos aires, 7:30 p.m. Aterrizo diez minutos tarde en el software de entrevista en Cortázar. Los desacralizadores definen a Buenos Aires como un enorme chapinero al 100 por ciento de humedad, quizás por el hecho de que todo el zócalo porteño es de hecho un espacio urbano comercial. Ciertos sienten la localidad como la próxima Habana continental, cancerizada aquí y allí con lujosas tiendas de audi, porche y rover que recuerdan al otrora encanto del inmigrante superado. Estos desacralizadores prevén que para en cincuenta años los estremecimientos colombianos habrán logrado el encanto de la aristocracia de Buenos Aires de sus años cúspide. En algún cubículo de esta localidad cancerosa, en una programadora de televisión hay alguien que ha planeado que sería útil rememorar a Cortázar. Acerco la grabadora al hablante del TV y grabo los últimos veinte minutos de un programa de media hora. Quisiese realizar una enumeración de intranquilidades y cuestiones personales con vínculos aproximadamente difusos o precisos en las expresiones de Cortázar en la entrevista pero lo siento inútil. Cada uno de ellos, tras leer el artículo, indudablemente puede obtener unos cuantos ideas sin la intermediación de un tercero. Lo que voy a hacer va a ser redactar ciertas ideas desde este punto, dejando abierta la oportunidad de que el lector no entusiasmado logre saltarlas.
(INICIA SALTO) La dictadura es la final de las maneras de pensamiento componente envenenadas en las instituciones. Con frecuencia dicen, para resaltar la necesidad, y admitir de hecho la amabilidad a consecuencia de la inevitabilidad, que la sepa de las instituciones lleva a la anarquía, acudiendo a la noción atávica de anarquía, o sea, la que postula como resultado la instauración de un caos donde todas y cada una de las certidumbres van a ser vulneradas. Se desea legitimar la existencia de la institución atizando el sentimiento temor. En cambio, se charla bastante menos de otro modo de sepa de estas instituciones, que es su presencia nominal, o sea, instituciones presentes pero ausentes, sin un interés representativo real, nutridas por una noción de ciudadanía nominal, que es la manera mucho más pobre de ciudadanía a la que nos ha achicado una mascarada de sistema económico de confort (en este momento semeja asimismo llamado de acumulación maleable, si bien sería mejor describirlo como desarrollo de producción sistemática de monopolios de excedente). La presencia nominal de las instituciones, viable merced a la reducción del ciudadano en su categoría mínima «nominal» (donde solamente se le reconoce su derecho a la presencia), son lo que habría que llamar dictaduras. Estas visiones de una ciudadanía nominal son las mayores contrincantes de unas instituciones representativas no nominales que procuren, aparte de agradar la función de su precisa y justificada perpetuación, contestar a otras funcionalidades. La institución estaría entonces en un tenso equilibrio entre la representación no nominal y la dictadura, conforme medra o mengua el interés en perpetuarse a sí. A mayor deseo de perpetuación, menor representación y mayor inclinación a la nominalización de la ciudadanía. Para finalizar, la situacion radical de la institución nominal es el surgimiento de una mano invisible o furtiva para respaldar las líneas de acción. (SEGUNDO SALT) La naturaleza de las relaciones entre un artista y su contexto popular consigue en esta entrevista un carácter anticipatorio de lo que vivimos el día de hoy, en el momento en que la sociedad de producción sistemática de monopolios de excedente ha exacerbado la pobreza del tercer planeta (no siempre concebido en función de una ubicación geográfica) y ampliado las fuentes de riqueza para artistas de primer planeta, pero asimismo y más que nada para los de tercer planeta. No quedar completamente paralizado, enseñar el desequilibrio del contexto y no lucrarse de la pobreza del próximo es una tensión que se muestra experimentalmente irremediable a un altísimo nivel de posibilidad; en verdad, su irresolución y persistente enfrentamiento es prácticamente una seguridad y podría imaginarse -sin que detallar la conjetura como afirmación- que sin esta contradicción quizás no existiría lo que socialmente hemos llamado arte y aún mucho más fuerte -que el arte muere tan rápido anota en cualquier circuito de circulación popular. (ULTIM SALT) Resultado de la reducción a la condición de ciudadanos nominales, se impone la profesionalización de las ocupaciones. Quizás esta profesionalización quiere substituir la dificultad de causantes que intervienen en la definición de cada sujeto especial para ofrecer inventarios sencillos establecidos por una serie finita, prudente (precisamente diferenciable) de características mucho más capaces para la administración y comparación entre especímenes, tal como por sostener la pirámide de la meritocracia que ha sustituido con la representación nominal al poder que antes se invocaba por legado divino. La meritocracia participa asimismo de forma directa como apología del monopolio del trabajo favorecido, en un orden en el que la independencia paralela al trabajo no voluntario se asegura como la mayor de las indignidades humanas. (FI SALTO UNO, DOS Y TRES)
El examen
Julio Cortázar Alfaguara
La próxima es una entrevista efectuada en Caracas en 1982 al escritor argentino Julio Cort . Al tratarse de una corto escala en la ciudad más importante venezolana, sobre un viaje hacia Managua como destino final, el diálogo tiene particular relevancia sabiendo los temas que se tocan para el instante. En la pluma del escritor José Pulimentado, el acercamiento es digno de salve.
Una mosca dulce, saltona y antojadiza desea recorrerlo y se sujeta con las patitas en la área cobrizo de los zapatos. Entonces avanza como alpinista por la extendida pierna de un bluín viejo, se ciega con el resplandor de una guayabera blanca y vuela hasta el hombro. Semeja titubeante frente a la barba, el pelo largo y medio despeinado. La cara de gladiador está ahí arriba, la frente increíble como un suave casco que se arruga y los ojos, 2 peces azules suspendidos y también inmóviles, pero alerta, están asimismo en la cima. La mosca se escoge, voletea y en ese momento Julio Cortázar lanza un remolino de humo de tabaco y la aventura llega a su fin.