En mi columna previo charlé sobre los estafadores que se aprovechan del miedo al cambio climático para comprar dinero. El día de hoy debo charlar de otra patraña muy habitual: la astrología. No es exactamente la misma astrología que astronomía. La astronomía es la ciencia que explora el espacio, la astrología es la estafa de los signos zodiacales que hace aparición en las páginas de periódicos y gacetas.
Los fenómenos del cielo siempre y en todo momento nos han llamado la atención a los humanos, todas y cada una de las viejas civilizaciones tuvieron curiosidad con lo que hay allí arriba. El sol, la luna y las estrellas se movían cíclicamente, jamás estaban en exactamente el mismo lugar. El sol alumbraba el día y se escondía durante la noche, y la luna atravesaba el cielo nocturno, escoltada por un sinfín de estrellas titilante, si bien múltiples sostenían su luz siempre y en todo momento igual, sin titilar. La luna modificaba su fachada todas y cada una de las noches: en ocasiones se mostraba completa ahora ocasiones se ocultaba, pero la mayoría del tiempo solo una sección se dejaba ver. Ocasionalmente se juntaba con el sol, o se pintaba de colorado. En otras ocasiones, una enorme estrella con cola recorría el cielo de la noche. No había una noche que fuera igual a la previo.
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En el momento en que amigos y familiares no científicos me preguntan de qué signo soy, contesto “positivo”. A mi provocación, que no en todos los casos es tomada con humor, le sucede un invariable “dale, no me afirmes que no tienes idea de qué signo sos”. Y desde este punto se despliegan los vértices de una charla cuyos decibelios el tiempo me enseñó a moderar, y cuya pasión es delgada hermana del enfrentamiento político, o aun del espiritual: la lógica de los devotos de astrología es inmune a mis razonamientos científicos.
El primer punto de discrepancia es la iniciativa de que la astrología tiene mucha ciencia. Con variaciones mínimas, el razonamiento se sostiene en que no solo es ciencia lo que se aprende en las universidades, que hay mucha soberbia entre la multitud que tiene títulos científicos y descalifican la astrología sin comprender que de todos modos es una ciencia “diferente de la que estudiaste usted”.