luna llena febrero 2017 astrologia

Ha pasado mucho más de un siglo desde aquella sorpresa primigenio frente al movimiento de las hojas de los árboles en La comida del bebé (Repas de bebé, Louis Lumière, 1985), pero la aptitud reveladora del cine de todo el mundo físico que nos rodea, si bien sea prudentemente, estuvo vigente durante la historia del medio. Éric Rohmer no era un ingenuo y, si bien afirmaba sentirse fascinado por las «maravillas de la naturaleza» 1, rechazaba tanto la simbología como las estampas de postal. A su comprender, el paisaje natural podía ser exhibido por la cámara, pero jamás se le debía ofrecer un concepto cerrado acorde con la trama ni inclinarse por un empleo complaciente o manipulador con el espectador. Esto no impide que la climatología, por la que el director francés se preocupaba puntillosamente en sus rodajes y en la construcción de sus guiones, tenga una incidencia importante, así sea de manera intencionada o azarosa, en el devenir sensible de las criaturas rohmerianas. Muy especialmente, el viento es un fenómeno atmosférico que semeja anteceder o contestar al oír de los individuos en múltiples momentos excelentes de la serie Comedias y proverbios. Las hojas se agitan delicadamente en los planos/contraplanos poco a poco más cerrados y también íntimos en los que coquetean a François (Philipp Marlaud) y Lucie (Anne-Laure Meury) en el parque parisino Les Buttes Chaumont en La mujer del aviador (La Femme de l ‘aviateur, 1981); el viento capta la emoción de Sabine (Béatrice Romand) en el momento en que charla con Edmond (André Dussollier) en el balcón de una vivienda suntuosa en el campo en La buena boda (Le Beau Mariage, 1982), pero poco después la joven mira el movimiento de los árboles a solas a través del cristal de una ventana, hasta el momento en que una panorámica melancólica le deja para detenerse en el paisaje; Marion (Arielle Dombasle) arguye efusivamente con las manos que el cariño que Henri (Feodor Atkine) siente por ella es verdadero frente a la insistencia de su fallido amigo Pierre (Pascal Greggory) y el viento revuelve las hojas y su melena conforme incrementa la tensión verbal entre los dos en Pauline en la playa (Pauline à la plage, 1983); el sendero espeso al campo de Cherburg por el que pasea solitariamente Delphine (Marie Rivière), que aun palpa las plantas que le cubren y se detiene a olisquear unas flores silvestres, semeja cobrar vida con el estrépito del viento poco a poco más presente y Rohmer exhibe una sucesión de proyectos insertados de este ambiente natural agitado que terminan provocando la convulsión interior de la joven personaje principal de El rayo verde (Le rayon vert, 1986), que rompe a plañir en el acercamiento tortuoso con el paisaje como lo hacía Ingrid Bergman en el volcán de Stromboli, tierra de Dios (Stromboli, tierra di Dio, Roberto Rossellini, 1950); y, por último, en El amigo de mi amiga (L’Ami de mon amie, 1987), Blanche (Emmanuelle Chaulet) y Fabien (Eric Viellard), tras titubar por sus relaciones frustradas, terminan cediendo a su atracción en un bosque que Rohmer nos revela en movimiento a través de panorámicas y planos de las copas de los árboles en un vínculo directo con los amantes en los que se perciben ecos de una partida de campo (Partie de campagne, Jean Renoir, 1936), quizá la pelo película que mejor expresó esta conexión entre los fenómenos atmosféricos (lluvia, viento) y pulsión sexual. De manera significativa, Las noches de la luna llena (Les Nuits de la pleine lune, 1984) es el único largometraje de la serie Comedias y proverbios en los que los individuos no se desplazan a ámbitos naturales y en los que, por consiguiente, esta agitación de las hojas por el viento no posee rincón. Tanto es conque, en entre los encuentros en un café parisino, el seductor Octave (Fabrice Luchini) comparte abiertamente con su amiga Louise (Pascale Ogier) su rechazo al campo y festeja el revuelo de la vida urbana: «L aire está contaminado, pero puedo respirar, allí me ahogaría». No obstante, así como se recomienda desde el título, la naturaleza ausente terminará manifestándose en una noche singular, donde la heroína parecerá doblegada al influjo lunar.

El movimiento de las hojas en cinco películas de la serie Comedias y proverbios

22-27 Febrero: Marte activa la Cuadratura Cardinal en T Júpiter – Urano – Plutón . Ajustamos nuestros cinturones

La Cuadratura Cardinal en T Júpiter – Urano – Plutón, se activa por el candente flirteo del dios de la guerra, Marte en Aries.

  • 22 Febrero – cuadratura Marte – Plutón
  • 26 Febrero – Eclipse Anular de Sol a 8° Peces

Astrológicamente comentando…

Venus, el mundo de la hermosura y la armonía entra en Aries, el signo, la energía complementaria de Venus. Juntos crean cómputo y de ahí que este va a ser un periodo idóneo para integrar todo cuanto todavía no está que viene dentro, para ver que no tenemos la posibilidad de estar recorriendo en todo momento entre los extremos. En el momento en que integramos nuestro femenino y nuestro masculino tenemos la posibilidad de fluir mejor por la vida pues no nos encontramos de riña con todo cuanto realmente somos.

Júpiter entra en retrógrado cada 13 meses y dura precisamente 4 meses en estar de nuevo directo. Por norma general esta temporada marca un instante de introspección en el que es bueno ver hacia dentro y de esta manera saber cuáles son estas áreas que precisan mucho más atención, es un periodo de admitir los inconvenientes y trabajar con ellos pero asimismo es un instante para comenzar la preparación que nos transporta a recibir todo cuanto viene, la buena fortuna, los desenlaces en el trabajo efectuado.

Febrero

A inicios de febrero, específicamente el día 5, la estrella Aldebarán, en la constelación de Tauro, va a ser escondida por la Luna. Entre el diez y el 11 de febrero, disfrutaremos de un eclipse penumbral de Luna, un fenómeno menos vistoso que otros eclipses en tanto que solo provocará un oscurecimiento del satélite. Va a ser entre los 2 eclipses de Luna que observaremos en el calendario astronómico 2017 y el único tipo penumbral, que va a poder ser contemplado desde toda Europa –no a fácil vista, pero sí a través de imágenes–. En América Latina, solo va a poder apreciarse con la salida del satélite al cielo.

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