Muchas son la gente que, todos los días, entre las primeras cosas que hacen es preguntar en el períodico qué afirma la predicción de su signo zodiacal, frente a la promesa de que el astrólogo de turno haya acertado y le augure suerte en el cariño, dinero o salud.
Astrología el día de hoy
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Hace 32.000 años, en la era glacial, nuestros ancestros de la Edad de Piedra hacían incisiones en huesos de animales para representar las fases de la Luna. Vivían de la caza y la recolección, con lo que proseguían las estrellas y predecían los cambios de estación merced al cielo. Quizás observaban el Sol y la Luna y los dibujos que formaban las estrellas para entender las estaciones. seguramente de esta manera era en el momento en que se desarrolló la agricultura y se domesticaron animales, diez.000 años antes de Cristo en Mesopotamia, la tierra fértil entre los ríos Tigris y Éufrates que en este momento ocupa Irak. El cielo adquirió aún mayor relevancia como medio para saber la temporada correcta para la siembra y la cosecha. Estas primeras civilizaciones mesopotámicas, singularmente los sumerios hacia 4.000 a. C., fueron las que brindaron nombre a las mucho más viejas constelaciones: son las figuras que el día de hoy conocemos como Leo, Tauro y Escorpio. Estas constelaciones señalaban puntos esenciales en el paseo de forma anual del Sol por el cielo y formaban instantes vitales en el año agrícola. Y como los cielos condicionaban su forma de vida, los deificaron.
Los viejos observadores del cielo percibieron asimismo que el Sol y la Luna semejan moverse atravesando 12 constelaciones que después han recibido el nombre de zodiaco. Eligieron que radicaban allí los dioses del Sol y la Luna. Además de esto, había otras cinco estrellas que recorrían el zodiaco, y cada una se consideró la vivienda de un dios. El día de hoy entendemos que tenía que ver con los planetas. El zodiaco era asimismo el sitio donde pasaban los eclipses, poco usuales y muy temidos en los que la Luna se volvía de un color cobre siniestro, o la luz del Sol se apagaba por un tiempo eterno para los observadores. El cielo nocturno dejó de esta forma de ser solo una herramienta para la agricultura y se transformó en la vivienda de los dioses y un libro ilustrado que contaba historias de esenciales figuras a una gente que, carente de escritura, no tenía otros medios para recordarlos.