Por Montserrat Villar (CSIC)*
La creencia en la astrología prosigue muy arraigada en la sociedad. Aún el día de hoy ocasionalmente brincan a sus sucesos instituciones educativas de prestigio que deciden acoger u ordenar tutoriales y congresos aplicados a la astrología, no desde un criterio histórico y crítico, sino más bien para la promoción de las prácticas en teoría adivinatorias. Quizás el misterio de su popularidad está en esa ingrediente sicológica que apela a las conmuevas de la multitud y su necesidad de aferrarse a algo tangible que dé respuestas y dé luz sobre un destino dudoso. En verdad, es destacable la reacción que lúcida entre sus varios seguidores cualquier razonamiento que se presente en oposición a la astrología. Esto con frecuencia va seguido de virulentas acusaciones de dogmatismo infundado, inquisición al amparo de la ciencia, censura intelectual, etcétera.
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En el momento en que amigos y familiares no científicos me preguntan de qué signo soy, contesto “positivo”. A mi provocación, que no en todos los casos es tomada con humor, le sucede un invariable “dale, no me afirmes que no tienes idea de qué signo sos”. Y desde este punto se despliegan los vértices de una charla cuyos decibelios el tiempo me enseñó a moderar, y cuya pasión es delgada hermana del enfrentamiento político, o aun del espiritual: la lógica de los devotos de astrología es inmune a mis razonamientos científicos.
El primer punto de discrepancia es la iniciativa de que la astrología tiene mucha ciencia. Con variaciones mínimas, el razonamiento se sostiene en que no solo es ciencia lo que se aprende en las universidades, que hay mucha soberbia entre la multitud que tiene títulos científicos y descalifican la astrología sin entender que de todos modos es una ciencia “diferente de la que estudiaste usted”.
Ciencia vs. pseudociencia
Una de la diferencia destacando entre la Astrología y la Astronomía es que la primera es una pseudociencia que se apoya en las opiniones, la intuición y la superstición. Al paso que la segunda es una ciencia fundamentada en hechos reales logrados a través de la observación y el procedimiento científico.
La meta de la Astronomía es entender el Cosmos, tanto su evolución y composición. A través de las visualizaciones que efectúa desde la extensión de la tierra.
2 caras de una misma emprendeduría
Para iniciar este paseo histórico, primero debemos ubicarnos popular y culturalmente. Hasta el siglo XVII, tanto la astronomía como la astrología eran 2 facetas de un mismo complejo sistema de conocimiento “técnico” o “profesional” del cielo, que dominaban y desarrollaban ciertos especialistas –los astrónomos/astrólogos–, que solo circulaba entre “matemáticos”, “pensadores” o académicos unidos a elites de la Europa occidental. Este conocimiento formaba una parte de las currículas de enseñanza en marcos de estudios académicos, y la mayor parte de sus expertos como Johannes Kepler, Tycho Brahe y Galileo Galilei desarrollaban la astrología/astronomía como una parte de sus deberes al servicio de cortes imperiales y mecenas.
Óbices teóricos y conclusiones
Alén de las pruebas que la astrología ha fallado, esta pseudociencia encara muchas otras fallas teóricas que tienen dentro:
<ul class="circle de rigidez: No hay consenso en la red social astrológica en relación a lo que la astrología es o lo que puede adivinar o no. Georges Charpak y Henri Broch en su libro Debunked! ESP, Telekinesis and other Pseudoscience apuntaron que los astrólogos solo tienen vagos entendimientos de astronomía y que en la mayoría de los casos no tienen presente cosas básicas como la precesión de los equinoccios.